Miré mi celular para tener sentido de dónde me hallaba, sería un largo viaje
hasta la parada del bus.
Antes que nada deseé sacar más dinero de mi tarjeta, así que me acerqué a una bencinera cercana mientras las personas me rodeaban en este extraño lugar, habría un evento, un festival o más bien un gigante carnaval pero mis pensamientos estaban fijados en volver a casa.
Una señora de grata aura me atendió.
Antes que nada deseé sacar más dinero de mi tarjeta, así que me acerqué a una bencinera cercana mientras las personas me rodeaban en este extraño lugar, habría un evento, un festival o más bien un gigante carnaval pero mis pensamientos estaban fijados en volver a casa.
Una señora de grata aura me atendió.
-
Lo siento – Me excusé - ¿Podría sacar dinero de
mi tarjeta aquí?
- Claro – La señora desapareció por unos momentos
y luego volvió con una máquina que en mi vida había visto – Aquí tienes.
Justo en ese momento entró un pequeño niño, no tendría
más de diez años, era moreno, traía ropas rasgadas. Se quedó allí expectante,
mirando lo que yo hacía y eso me dio algo de desconfianza.
Al usar esa extraña máquina noté que los billetes salían
enseguida de aquella, cuando saqué una suma considerable de dinero el aura de
la mujer cambió para dar paso a la maldad, al hurto, al robo y a los instintos
bajos de las personas.
Forcejeamos unos momentos ya que mientras intentaba robar mi dinero yo no pedía la fuerza en tenerlo ya que sentía claramente que si perdía esos billetes moriría en esta pesadilla.
En ese momento el niño me ayudó, juntos pudimos arrebatarles los billetes a esa señora y salir corriendo de la bencinera en dirección por una calle bastante empinada, corría sin mirar atrás, sin si quiera dar una pequeña mirada hacia atrás.
Forcejeamos unos momentos ya que mientras intentaba robar mi dinero yo no pedía la fuerza en tenerlo ya que sentía claramente que si perdía esos billetes moriría en esta pesadilla.
En ese momento el niño me ayudó, juntos pudimos arrebatarles los billetes a esa señora y salir corriendo de la bencinera en dirección por una calle bastante empinada, corría sin mirar atrás, sin si quiera dar una pequeña mirada hacia atrás.
Nuestros pasos nos llevaron a una agencia de viajes, habían
al menos cuatro personas pero nadie estaba en la caja, saqué un número y me
atendieron de inmediato.
-
¿Habrá algún bus que me saque de este lugar? –
Pregunté.
Los vendedores se rieron al unísono, como si hubiese
hecho una broma espectacular.
-
Hay buses pero no para ti, debes pagar el viaje
de un furgón privado.
No me quedaba opción así que simplemente lo hice y de un
momento a otro, sin que pudiera darme cuenta estaba dentro de un furgón, con
más personas y el niño que me había ayudado se sentía lejano, como si nunca nos
hubiéramos conocido.
El camino estaba marcado por colinas, gigantes juncos,
maleza por doquier e íbamos rodeando un gigante y tormentoso lago. Las nubes
negras eran abundantes, incluso sentía un frío extremo y mis pensamientos no
sabían hacia donde iba. Por eso dormité, cuando abrí mis ojos el furgón había
desaparecido y me encontraba en una carretera repleta de autobuses y gente,
comencé a adentrarme por esas carreteras. En las orillas habían tiendas,
personas besándose, perritos comiendo y bebiendo en pequeños platos hechos de
botellas plásticas.
Y más adelante me encontré con una persona bastante poco confiable, caminaba a paso acelerado pero fijó su mirada en mí y sus pasos fueron directos, cuando se posó frente a mí sentí un aterrador miedo. Más no hizo nada y me dejó avanzar, luego noté que caminaba paralelamente conmigo, yo por la vereda y él por una esquina de la calle mientras sostenía una pipa improvisada, prendía fuego y me miraba mientras sus ojos se desorbitaban, posiblemente estuviera consumiendo metanfetamina o pasta base. Cuando ya sus ojos estaban en otro mundo y posiblemente ninguna de sus neuronas funcionaran, noté que sacó un gigante cuchillo, se acercó a mí amenazantemente dispuesto a aniquilarme, por eso antes de que pudiera acercarse le lancé una gigante piedra que estaba a mis pies, le llegó justamente en medio de la frente, pero fue como si no sintiera dolor puesto que su paso se hizo más acelerado hasta que eché a correr despavorido de miedo.
Corrí durante un largo tiempo mientras miraba hacia atrás y pese a que no veía a este sujeto sentía su presencia rondando cerca de mí. Hasta que llegué a un paradero que estaba repleto de gente y buses pero ninguno era el que me llevaba a casa, era un ambiente oscuro, mucha droga y alcohol, pese a que yo consumía aquello en esos parajes no me apetecía, sentía que todo el mundo me miraba o quería hacerme daño y por más que intentaba reconocer a alguien por el camino todos los rostros me parecían sumamente extraños.
Decidí caminar ya que los buses parecían no avanzar y mis pies necesitaban caminar. Antes de llegar al último paradero dónde podía tomar la micro sin que el mundo desapareciera, al costado había una pequeña granja, un cerdito bien grande y caballos con el pelaje más hermoso que había visto jamás, corrales de madera, ventanas rotas y el ruido sumado al olor del sur.
Y más adelante me encontré con una persona bastante poco confiable, caminaba a paso acelerado pero fijó su mirada en mí y sus pasos fueron directos, cuando se posó frente a mí sentí un aterrador miedo. Más no hizo nada y me dejó avanzar, luego noté que caminaba paralelamente conmigo, yo por la vereda y él por una esquina de la calle mientras sostenía una pipa improvisada, prendía fuego y me miraba mientras sus ojos se desorbitaban, posiblemente estuviera consumiendo metanfetamina o pasta base. Cuando ya sus ojos estaban en otro mundo y posiblemente ninguna de sus neuronas funcionaran, noté que sacó un gigante cuchillo, se acercó a mí amenazantemente dispuesto a aniquilarme, por eso antes de que pudiera acercarse le lancé una gigante piedra que estaba a mis pies, le llegó justamente en medio de la frente, pero fue como si no sintiera dolor puesto que su paso se hizo más acelerado hasta que eché a correr despavorido de miedo.
Corrí durante un largo tiempo mientras miraba hacia atrás y pese a que no veía a este sujeto sentía su presencia rondando cerca de mí. Hasta que llegué a un paradero que estaba repleto de gente y buses pero ninguno era el que me llevaba a casa, era un ambiente oscuro, mucha droga y alcohol, pese a que yo consumía aquello en esos parajes no me apetecía, sentía que todo el mundo me miraba o quería hacerme daño y por más que intentaba reconocer a alguien por el camino todos los rostros me parecían sumamente extraños.
Decidí caminar ya que los buses parecían no avanzar y mis pies necesitaban caminar. Antes de llegar al último paradero dónde podía tomar la micro sin que el mundo desapareciera, al costado había una pequeña granja, un cerdito bien grande y caballos con el pelaje más hermoso que había visto jamás, corrales de madera, ventanas rotas y el ruido sumado al olor del sur.
Debido a mi devoción por aquél sentido del sur, perdí mi
autobús y me vi rodeado de personas dispuestas a matarme.
Abracé fuertemente al caballo y me entregué a la muerte.
Abracé fuertemente al caballo y me entregué a la muerte.
Recordaba estos parajes, recordaba la lejanía de este lugar
al lugar al cual pertenecía. Miré el mapa cómo antes lo había hecho antes, y
efectivamente me encontraba en la isla lejana.
Nuevamente había un carnaval, nuevamente las calles estaban atestadas de personas.
Y una vez más fui a la bencinera a sacar dinero, esta vez sabía que esa señora intentaría robarme por eso me preparé pero en cambio cuando el dinero llegó a mis manos me deseó las mejor de las suertes a la vez que me regalaba un pequeño chocolate. También al salir estaba el niño pero sus ropas ya no estaban rasgadas, sus zapatillas estaban bien cuidadas y su rostro ya no estaba sucio. Aún así corrimos de nuevo por esa calle empinada y mientras íbamos cuesta arriba noté una mujer que corría a la par conmigo. Cuando nuestras miradas se cruzaron tomó de mi mano, el niño desapareció y mi corazón se inundo con una tranquilidad infinita. Cuando llegamos a la agencia de viajes me centré en ella, en sus manos pequeñas con sus uñas bien pintadas, también tenía ojitos chinitos, el cabello largo y castaño, su figura atrayente y esa mirada directa.
Me enamoré eternamente de ella inmediatamente.
- ¿A qué hora sale el furgón? – Aquella mujer preguntó con su voz un tanto grave y su postura seria.
Nuevamente había un carnaval, nuevamente las calles estaban atestadas de personas.
Y una vez más fui a la bencinera a sacar dinero, esta vez sabía que esa señora intentaría robarme por eso me preparé pero en cambio cuando el dinero llegó a mis manos me deseó las mejor de las suertes a la vez que me regalaba un pequeño chocolate. También al salir estaba el niño pero sus ropas ya no estaban rasgadas, sus zapatillas estaban bien cuidadas y su rostro ya no estaba sucio. Aún así corrimos de nuevo por esa calle empinada y mientras íbamos cuesta arriba noté una mujer que corría a la par conmigo. Cuando nuestras miradas se cruzaron tomó de mi mano, el niño desapareció y mi corazón se inundo con una tranquilidad infinita. Cuando llegamos a la agencia de viajes me centré en ella, en sus manos pequeñas con sus uñas bien pintadas, también tenía ojitos chinitos, el cabello largo y castaño, su figura atrayente y esa mirada directa.
Me enamoré eternamente de ella inmediatamente.
- ¿A qué hora sale el furgón? – Aquella mujer preguntó con su voz un tanto grave y su postura seria.
En esta ocasión ninguno de los vendedores sonrió. Y yo me encontraba
a su espalda, cuando pestañeé ya estaba dentro del furgón y el paisaje de nuevo
eran gigantes juncos, pero el lago estaba calmado, sus aguas apenas se movían y
sentía un aura tranquilizadora. Ella tomaba de mi mano, entrelazaba sus dedos
con los míos mientras me miraba de vez en cuando para luego centrar sus ojos en
el bello paisaje que estaba allí afuera.
Cuando nos bajamos, las miradas anteriormente intimidadoras
se habían convertido en tiernas miradas amistosas para todos, ella jamás soltó
mi mano y cuando me miraba era como si explorase todo mi interior y yo no
quería ocultarle nada. Caminamos ya que
pese a todo los buses no se movían y las personas tampoco, los negocios seguían
abiertos pero las parejas besándose habían desaparecido. Aquél hombre que en el
pasado deseó matarme se encontraba fumando y cuando cruzó miradas conmigo sentí
su felicidad de volver a verme, apreté fuertemente la mano de mi acompañante
mientras me preparaba para protegerla, ella simplemente acarició mi cabello
mientras me decía que todo iría bien y que mirara al frente.
Cuando lo hice detrás de ese hombre estaba un policía investigando su rastro y cuando se acercó a mí interceptó al hombre, así yo y mi amada continuamos nuestro rumbo.
Cuando lo hice detrás de ese hombre estaba un policía investigando su rastro y cuando se acercó a mí interceptó al hombre, así yo y mi amada continuamos nuestro rumbo.
¿Por qué me parecía que su presencia lo había cambiado todo?
¿Y dé donde habías salido? ¿Dónde estuviste todo este tiempo?
No pasamos a la granja ya que en el primer paradero nos subimos al autobús, en el cual venía un bello espectáculo con saxofón, la música era agradable y por la ventana el mundo se veía más colorido, al darme vuelta y ver su sonrisa era como si todo a mi alrededor se volviera más amable.
No pasamos a la granja ya que en el primer paradero nos subimos al autobús, en el cual venía un bello espectáculo con saxofón, la música era agradable y por la ventana el mundo se veía más colorido, al darme vuelta y ver su sonrisa era como si todo a mi alrededor se volviera más amable.
- - Te amo – Ella dijo sorpresivamente, quizás haya
notado mi nostalgia – Siempre te he amado, para siempre.
- - Yo también te amo.
Me besó lentamente mientras el saxofón sonaba de fondo,
mientras las nubes negras se habían convertido en arcoíris, sus labios se
sintieron apacibles. Sentí todo lo contrario a cuando vine solo, me trajiste
tanta calma y tanta paz a mis turbulentas pesadillas.
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