miércoles, 31 de agosto de 2016

Miraba a mi mano, la levantaba mientras me ahogaba en un mar de lágrimas en mi cama, las palabras que me dijiste están grabadas en mí, Sí, tienes razón, no soy un buen hombre y cometo errores, hablo con mucha gente y pueden malinterpretarme.
Y sobre todas las cosas, soy un mal hijo. Pésimo. Ni si quiera debí haber nacido. Eso pienso hace un par de años.
Ya no me queda nada bueno, lo he perdido todo, mis ganas, mi motivación, las personas que me, entre muy entrecomillas, me querían. Perdí al amor de mi vida, después al segundo y posiblemente, si tuviera un tercero también lo perdería porque todo lo que hago y digo está mal, incluso con mis mejores intenciones, todo está mal para todos. Eso es porque no hay espacio para mí en este lugar, ni en ningún corazón.
Ni si quiera debí haber estado acá. Y esos pensamientos me destrozan, pero me destroza más el saber que a nadie le importaría, solo soy otro "adolescente con problemas estúpidos". Fui eso desde los catorce hasta ahora a los veinte. Ahora ya no sé si son solo tonterías. Quiero desaparecer como lo hice durante tres años pero ya estoy grande para ello.

Solo me queda seguir adelante con esta frustración que volvió con más fuerza que nunca y pensando que voy por el mal camino y que todo lo que haga jamás será suficientemente bueno para nadie.

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